96.- pec-ando *avaricia*

"El amor, ordinariamente, es expulsado de su lugar por la avaricia."
Henri Bayle Stendhal

"Hoy conocí a mi esposo", eso decía convencida mientras su hermana reía... Si, ya no hay hombres así; exitoso, con un aire irresistible sin parecer el galán de moda, él le platica de su empresa, van al cine y complace sus caprichos... antes ya le había contado de sus noches de diversión; le sigue intrigando, ella sigue deseándo posar sus labios en los suyos.

Él tiene otro trabajo, es empleado de gobierno; es el hombre más inteligente que ha conocido, tanto que su jefe depende de él para todo... a la vez, es el hombre con el que cualquiera soñaría, no deja pasar ningún día 7 sin flores; gerberas de todos colores; el 1er aniversario y cumpleaños juntos llega acompañado de una recámara decorada de una manera que sólo en sueños y telenoverlas se vería... es un hombre respetuoso, cariñoso; uno que duerme abrazado a ella todas las noches y que muere por contarle cada pequeño éxito obtenido...

Él empieza a lograr el reconocimiento que se merece, ella es más feliz cada día; está con un hombre que comienza a no tener miedo de exigir lo que por derecho debería tener...

Consigue ascender más posiciones, hasta llegado el momento en que él y el hombre que parece no tener vida logran un puesto deseado por muchos, él lo ha logrado; llegó a una de las mejores posiciones antes de cumplir 30.

Es entonces cuando el sabor empieza a ser agridulce, cuando ella ya no ocupa uno de los 3 primeros lugares en su vida, cuando él deja de compartir las pláticas de los gajes del oficio, es cuando aparecen las llamadas raras a deshoras, cuando los mensajes y llamadas disminuyen, es cuando el "ya me urge salir para la casa" se convierte en el: "espérame tantito, llego en un rato, come algo mientras, entiéndeme, si dejo esto entonces de que vamos a vivir" junto con esas frases; disminuyen los te amos y los abrazos nocturnos...

Es ahí cuando ella sabe que ya no es prioridad, que su papel es el de la almohada nocturna a la que él se puede repegar en las noches, obteniéndo suerte la mayoría de estas... es la que tiene la obligación de hacer 1000 cosas para entretenerlo y a la vez re-tenerlo, es la que ya no puede preguntar nada, la que no debe saber que cosas pasan en esa oficina, la que perdió todo derecho de preguntar un simple: "como te fue?"

Hoy ella busca cada vez menos re-encontrar al hombre del que se enamoró, busca en ese bulto que llega cada tarde con cara de cansancio y aburrimiento a ver la televisión, pero que corre apresurado si lo llaman; y como si los aparatos fueran una válvula de escape; cuenta ahi todo lo que le pasó en el día, con esa emoción; esa que ya cada vez menos ella reconoce en sus conversaciones...

Ella entonces va dejando de anhelar los besos efusivos, los abrazos y te amos constantes, las pláticas y risas, va aceptando cada migaja y la saborea deliciosa; mientras que cada que lo ve entrar suplica que sea el de antes y lo ha pedido hasta cansarse... aunque secretamente sabe que ese hombre desapareció...

el éxito se lo llevó... y contra eso, ella no puede competir.