5тo вlogѕwιnger: carтa no. 26

Que gusto!

Con que gusto se recibe este 5to BlogSwinger... esta entrada es ni más ni menos que de mi adorada Malbicho, a quién de paso le agradezco su paciencia (jeje) para esta publicación y a quién dejo como colaboradora para que otro día con mas calmita nos regale un post con la temática de esta casa.

Sin más el post de Malbicho y checa más de ella en su Fanzine!

Les leo.

Carta No. 26

Mi más querido y amado amigo:

Hoy te escribo nuevamente, con la confianza de que estas líneas seguirán ocultas para ti, con la necesidad de buscar pedazos de papel para decir tu nombre y la obsesión que tengo con esa adorable palabra y con tu apreciadísima persona.

Quizá porque tu presencia sigue habitando mis labios, desde ese roce ligero que dejaste ahí, tan liviano como el aleteo de una mariposa. Quizá es que mi pezón izquierdo tiene memoria propia y no olvida la danza de tus dedos traviesos. O será que robaste la llave de mi placer y la dejaste olvidada en un librero que guarda tomos cubiertos de polvo, pero sigo amaneciendo sin poder abandonar la triste esperanza, de que cobren vida los besos que olvidaste recoger, besos marchitos que aún esperan en mis labios secos.

Sólo fueron tres instantes: el de la terraza en ese bar, cuando tu mano se internó sorpresivamente en el escote de mi blusa blanca; el del cine, cuando la oscuridad protegió el ademán con que tu mano, que sostenía a la mía, la apresó contra tu pelvis, reteniéndola ahí el resto del tiempo que duraron las luces apagadas, en un movimiento tan natural que no requirió de explicación previa ni justificación posterior, aunque yo no pude evitar estar todo el tiempo tan tensa como esa zona que cubría mi palma; y aquel en que te despediste con un abrazo espontáneo, envolviendo todo mi cuerpo con el tuyo, haciéndome descubrir el calor abrasivo que desprendía tu entrepierna, a causa de una erupción latente. No hay día que ese recuerdo no lubrique mis mañanas, preguntándome cómo será tu piel contra mi piel, tu peso sobre el mío, mi aliento ahogándose en el tuyo y esa fuente de calor internándose en toda la profundidad de mi deseo.

Quizá es que no sólo secuestraste mi razón, mi lucidez y mi quietud, sino también a la mujer que solía vivir en mí, y que ahora sólo llega cuando te acercas con tu sonrisa amable y me saludas con un beso fraterno. Yo te correspondo con una serenidad fingida, como si no tuviera una explosión bajo el vientre y un manantial bajo mi falda, y una avidez malsana que atesora cada roce de nuestras mejillas.

Cordialmente tuya.